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Julián Weich contó que sintió al ver a su hijo viviendo en la calle

Julián Weich enfrentó nuevamente a Mirtha Legrand en La Noche de Mirtha y sacudió todo con una confesión que nadie esperaba: vivió diez días viviendo en la calle en Panamá junto a su hijo mochilero. Sí, leíste bien: el querido conductor se calzó la mochila, recorrió la selva urbana y hasta pasó la gorra.

Todo arrancó cuando Mirtha soltó un comentario jovial: “Siempre me acuerdo que tenés un hijo hippie”. Julián, consistente, aclaró al toque: “Sí, ahora es happy, es feliz”. Y ahí picó Fuego. El conductor contó que su hijo, Jerónimo, decidió tomar vuelo, se volvió mochilero, aprendió a hacer malabares… ¡y llegó hasta México!

La historia es de película: cuando Juli cumplió 50, la idea original era ir todos juntos: ex mujer, hermanos y él. Pero Jerónimo dijo “no, me vuelvo”. Un amigo le soltó la frase clave: “¿por qué no vas vos?”. Y ahí apareció el padre protagonista: decidió emprender solo ese viaje vivencial, sin planes VIP, sin hoteles de lujo.

Durante esos diez días, Julián durmió donde su hijo dormía: en un parque nacional, en la playa, en hostels. “No le dije que fuéramos a un hotel”, contó entre risas, orgulloso de haber dejado el calendario y los protocolos en Argentina. Se puso a disposición de “cómo había que hacerlo”: gorra, calle y aprendizaje a full.

IMPACTO Y CRECIMIENTO

Para Weich fue una experiencia alucinante y profundamente humana. Y diferenció el viaje elegido del drama de quienes no tienen opción: “Hay una diferencia brutal entre vivir en la calle por elección y la vida de los que no tienen dónde ir”, contrastó con firmeza. Sabía que podía volver al calor familiar, a casa con papá y mamá. No era una crisis, era una búsqueda espiritual.

Y rescató otra gran lección de ese viaje: su hijo le enseñó a él. Con mística y disciplina, Jerónimo estudia yoga, reiki, y profundiza caminos espirituales que Juli desconocía. “Es loco que tu hijo te enseñe”, soltó, con orgullo emocional y la humildad del que aprende sin pedir un manual.

Hoy, el hijo con vibra hippie tiene 31 años y vive en Córdoba, donde construye casas de barro, otra decisión que combina sustentabilidad y conciencia ecológica. Julián bromeó diciendo que “los días de lluvia se complica”, pero celebró esa onda de vivir más ligero y en conexión con el planeta.

Mis diez días viviendo en la calle con mi hijo no fueron un experimento: fueron una clase de vida. Y si a los 50 aprendés de tu propio hijo, es porque en la calle existe otra forma de enseñar”, reflexionó el conductor, conmoviendo la mesa de Mirtha y a todo el país.

El hijo de Julián Weich haciendo malabares

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