Trabajar menos días sin perder el salario no solo es posible, sino que también mejora la salud física y mental de los empleados, además de potenciar el rendimiento laboral. Así lo confirmó un nuevo estudio realizado por investigadores del Boston College, que analizó el impacto de la semana laboral de cuatro días en casi 3.000 personas de todo el mundo.
La investigación, liderada por Wen Fan y Juliet Schor, siguió durante seis meses a 2.896 trabajadores de 141 organizaciones ubicadas en países como Estados Unidos, Australia, Canadá, Irlanda, Nueva Zelanda y Reino Unido. El objetivo fue medir los efectos del nuevo esquema laboral sobre el bienestar general de los empleados.
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Los resultados fueron contundentes: quienes trabajaron cuatro días a la semana reportaron una mejora notable en su salud física, menor agotamiento mental y mejor calidad del sueño, en comparación con aquellos que mantuvieron el esquema tradicional de cinco días. Los mayores beneficios se registraron entre quienes redujeron su carga semanal en ocho horas o más, aunque incluso los que trabajaron solo un poco menos también mostraron mejoras.
Además, el cambio no afectó la productividad, y en muchos casos incluso la elevó. El 46 % de los líderes empresariales consultados dijo que los niveles de productividad se mantuvieron estables, mientras que un 34 % aseguró que “aumentaron ligeramente”.
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Esta no es la primera vez que se prueba este modelo. En 2022, más de 3.300 empleados de 73 compañías en el Reino Unido participaron en un experimento similar, también con resultados favorables.
Pese a los hallazgos positivos, los autores del nuevo estudio advirtieron que la investigación tiene algunas limitaciones: todas las empresas participantes se ofrecieron de manera voluntaria y la mayoría eran firmas pequeñas de países angloparlantes. Por eso, los investigadores recomiendan implementar ensayos aleatorios respaldados por gobiernos para evaluar los efectos de la semana corta a mayor escala.