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La estancia que hace 30 años recibe huéspedes de todas partes del mundo

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La estancia data de fines del siglo XIXGuido Piotrkowski

En La Rosita, el lujo está en lo que no se puede comprar y es bien auténtico. En el arreo compartido con los peones, el mate que a los norteamericanos les cuesta tomar y el cordero que se desgrasa lentamente. “Abrimos el campo tal cual lo vivimos”, asegura Fernando Landgraf, anfitrión de esta estancia pionera de Esquina, Corrientes. “Nada es para el turismo; todo es como fue siempre”, agrega Alicia Cometta de Landgraf, su madre, después de aclarar que los gauchos correntinos están tan bien vestidos –con camisa, pañuelo y boina– porque honran sus tradiciones y no “para vender vida rural”. No quedan dudas. Basta con acomodarse en La Rosita para notar que todo sucede con fluidez, que las habitaciones son sencillas, pero cálidas, y que el trato es tan amable y eficiente como familiar.

Los huéspedes participan del arreo del ganadoGuido Piotrkowski

A pocos minutos de la RN 12, el casco se compone de una casa de 1890 que alguna vez fue puesto de estancia. Es de estilo netamente correntino, hecha de adobe, con galerías amplias y bajas, techos de chapa colorada y columnas de troncos de quebracho. José Luis Cometta, correntino y padre de Alicia, fue quien compró la propiedad hace 80 años y a su hija le legó, además de las tierras, el amor por la tierra. Tras heredarla en los años 90, Alicia la explotó como campo ganadero, forestal y, además, turístico. Siempre con el apoyo de sus hijos –Federico, Guillermo, Bárbara y Fernando–, que fueron criados en Buenos Aires, pero toda su vida disfrutaron el campo en vacaciones de verano e invierno, yendo y viniendo con amigos.

En La Rosita tienen una muy buena tropilla de caballos mansosGuido Piotrkowski
Los peones trabajan con el ganado en los corralesGuido Piotrkowski

“Hace 30 años esto era un elefante blanco. Por eso se me ocurrió traer huéspedes de Europa”, comenta Alicia, haciendo gala de su inventiva y empuje. Cuenta que le dijo a su hija, que por entonces vivía en Barcelona, que fuera a un kiosco de diarios y preguntara cuáles eran las revistas de caza y pesca más vendidas. Entonces se contactó con los directores de las revistas, les mostró fotos de La Rosita y los invitó, con una noche paga en Buenos Aires para ver tango. Los españoles quedaron tan fascinados con el campo y sus ríos que publicaron una gran nota sobre Esquina. Desde entonces (1992) reciben huéspedes en La Rosita. Así recuerda Alicia aquellos primeros años: “Hice cursos de hotelería y cocina. De día salía a caballo con los huéspedes, a la tardecita cocinaba y a la noche me sentaba a la mesa, con un traductor que me ayudaba cuando no hablaban español. Ahora recibe Fer, mientras Guillo está en la cocina. Por suerte hablan buen inglés”.

Como la vida en La Rosita gira alrededor de sus actividades agroganaderas, salimos a caballo hacia la forestación para buscar el rodeo. Fer anuncia que tenemos la misión de separar los terneros que son tropa, es decir, que habrá que vender, de los que aún tienen que engordar. Les seguimos los pasos a dos peones y nos acompañan los huéspedes: dos mujeres estadounidenses y un canadiense. “They are my heroes”, me dice el canadiense cuando un ternero se escapa y uno de los chicos pega un rebencazo, un galope corto y lo enlaza. Originario del oeste de Canadá y buen jinete, esta es su segunda vez en La Rosita y lleva 20 días amalgamado, como uno más, entre los peones: participa de la ensillada al arreo y respira lo más vernáculo de nuestro campo argentino.

Fernando Landgraf representa la segunda generación de anfitriones de La RositaGuido Piotrkowski
El campo tiene sectores bajos y lagunasGuido Piotrkowski
Espátula rosada en los alrededores de una lagunaGuido Piotrkowski

Al son de “¡Ueeeeepa!” y “¡Arreeee!”, formando un semicírculo, acorralamos la hacienda. Entonces aprendo la diferencia entre los Bradford, los Angus y los Brangus. Y, charla va, charla viene, Fer me cuenta cómo decidió instalarse en Esquina de forma permanente. Aclara que llegó unos años después que su hermano Guillo. Para él, venir siempre había sido un plan, pero tenía que tomar el impulso final. Lo hizo en 2008, después de sufrir una salidera bancaria en el Microcentro. No lograron robarle la plata, pero le partieron una baldosa en la cabeza.

Las habitaciones son sencillas, pero cómodasGuido Piotrkowski
En Corrientes, la gente de campo se muestra dispuesta a compartir sus saberesGuido Piotrkowski

Cuando pasamos por una laguna con garzas y espátulas rosadas, Fer les hace a las estadounidenses un comentario sobre el programa de los próximos días. Y a mí me cuenta que participarán de la cabalgata Los Troperos, que La Rosita organiza desde 2001, mucho antes que nadie en Argentina. Según la tradición, antes de que existieran los camiones de carga de hacienda, el ganado se llevaba así de una estancia a la otra para los remates. Por eso, los Landgraf desarrollaron este circuito que arranca en La Rosita y sigue por La Amistad, Buena Vista, La Pelada y Laguna Limpia, entre otras. Me comenta que se pasan el día a caballo por campos bajos, sectores forestados, playas blancas junto al bellísimo río Corriente y se alojan en los cascos de estas estancias históricas de Esquina, donde pueden desde jugar un partido de polo hasta recibir masajes. Todo un plan.

Con el sol cayendo, el copetín es junto a otra laguna, mientras el vino anima la charla previa al cordero. Fernando jura que el cordero correntino es el más rico de la Argentina porque camina lo justo: ni tanto como en la Patagonia, ni tan poco como en La Pampa. Por eso no es ni tan magro ni tan graso. Lo hacen a la cruz, sobre la leña que da llama. Y reflexiona: “Para recibir huéspedes en tu casa, te tienen que gustar la gente y el campo. Esta es una actividad de todo el día y no hay manera de caretearla. Como algunos vuelven seguido, ya sé si toman el café con o sin azúcar y qué caballos usan. La clave es que La Rosita no es un all inclusive donde hay un listado de mil actividades pautadas para tachar. Es un campo, como cualquier otro, que se abre al público para que las cosas sucedan. Me hace feliz compartir nuestras tradiciones”.

La Rosita. Reciben en 9 habitaciones dobles, con la posibilidad de agregar una cama extra. La estadía incluye todas las comidas, bebidas (incluso con alcohol), actividades y transfer in-out a Esquina. Desde u$s 190 por persona en base doble. RP 51 Km 3,6, Paraje Ingá, Esquina. T: (11) 6052-5566. IG: @estancialarosita

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