La actividad productiva real y el mercado laboral siguen mostrando números esquivos al modelo del gobierno nacional. Si la semana pasada la administración de Javier Milei pudo festejar el alentador dato sobre la inflación del mes de mayo -1,8%, la más baja en 5 años- poco hay de auspicioso en los números sobre mercado de trabajo que se comunicaron esta semana.
El Indec difundió su reporte sobre trabajo e ingresos enfocado en lo que dejó el primer trimestre de este año y se conoció que la tasa de desocupación escaló, en promedio, en los 31 principales aglomerados urbanos, al 7.9%. Se trata de un punto y medio porcentual más en relación al periodo inmediato anterior, es decir el último trimestre del año pasado. En concreto, hay 1,1 millones de personas en condiciones de trabajar y que, a pesar de buscar empleo, no lo están logrando.
Una preocupación que se potencia en algunos de los aglomerados urbanos más potentes. En partidos del Gran Buenos Aires la desocupación orilla los dos dígitos (9,7%) y mostró un alarmante 9,2% en el Gran Córdoba, bastante lejos del 7,1% que exhibe el Gran Rosario.
Sin duda, números que deberán llamar la atención a los diseñadores de políticas económicas para intentar estrategias que dinamicen un mercado privado formal que sigue sin dar muestras de reactivación de forma generalizada y sostenida.
Es también un dato que hace mella en el discurso de la política económica del gobierno nacional. Algo que quedó patente en las expresiones de la expresidente y actual condenada Cristina Fernández de Kirchner quien en su alocución desde el balcón de su detención domiciliaria recogió para su narrativa los malos números del mercado laboral.
Primarización económica. Desde el Centro de Investigación y Formación (Cifra) de la CTA desde hace tiempo se viene alertando sobre las pocas señales de reactivación laboral y, por el contrario, del preocupante proceso de “primarización económica”.
“El primer año del gobierno de J. Milei estuvo marcado por la recesión económica: en 2024 el PIB cerró con una caída anual de 1,7%. En ese año, sólo las exportaciones tuvieron un comportamiento positivo (+23,2%), explicado por el comportamiento del sector agropecuario -recuperado tras la sequía de 2023- así como con las ventas de combustibles y energía. En cambio, las demandas vinculadas al mercado interno arrojaron resultados negativos, con fuertes descensos de la inversión (-17,4%), el consumo privado (-4,2%) y el consumo del sector público (-3,2%). El perfil sectorial de la evolución del valor agregado da cuenta de un proceso de primarización de la economía, ya que mientras el sector agropecuario y el de minas y canteras tuvieron las mayores tasas de crecimiento, se verificaron importantes caídas en la construcción, la industria y el comercio”, destaca un reporte firmado por los investigadores Mariana L. González, Nicolás Bonofiglio y Cecilia Garriga.
En el mismo paper se destaca que a la mayor desocupación y precariedad se suman otros problemas en materia laboral: ascenso de la subocupación, de la proporción de ocupados demandantes de empleo y de las personas que declaran tener más de un empleo u ocupación.
Incertidumbre amesetada. Para sumar más piezas al mapa de la actividad real se puede incorporar el aporte del Centro de Analítica Económica y Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina que difundió los valores de su estudio sobre la percepción de la incertidumbre económica.
En ese sentido, se informó que en mayo la incertidumbre económica retornó a valores típicos de los meses recientes. Es decir, se revirtió el salto observado en abril en el contexto del cambio en el régimen cambiario. De esta manera, la incertidumbre se posiciona en un rango similar a lo observado durante el bienio 2019-2020. Estos son valores significativamente más bajos que los de los años recientes (2021-2024), pero altos en comparación a lo observado antes de la crisis del 2018.
El valor del índice en el mes de mayo fue 51,5. Es decir, en promedio, por cada 10.000 palabras en mensajes económicos, se detectaron 51,5 palabras vinculadas a incertidumbre.
Esta última medición revierte el importante salto de abril. En ese mes, en el contexto de la modificación en el régimen cambiario, la incertidumbre se había disparado un 23%.
Omitiendo este salto, durante la primera mitad de este año, la incertidumbre parece amesetarse en niveles similares a los del bienio 2019-2020. Es decir, se confirma un marcado descenso con respecto a lo experimentado en los últimos años (2022-2024).
Con todo, queda un importante margen para una secuencia de descensos. Según los valores históricos, la incertidumbre actual es mucho mayor a lo observado antes de la crisis del 2018. Por ejemplo, la medición más reciente, correspondiente a mayo 2025, es 25% superior al promedio del período 2015-2017.
¿Qué explica la incertidumbre económica? Examinando en mayor detalle, se identificaron las preocupaciones que disparan expresiones relacionadas a la incertidumbre económica. Para ello, se utilizaron grandes modelos de lenguaje para clasificar los mensajes que la expresan. Las principales observaciones sobre las preocupaciones manifestadas en los últimos meses fueron las siguientes:
Luego del descenso observado a lo largo del año 2024, en la última medición, se identifica un moderado aumento en la importancia de las preocupaciones referidas a inestabilidad económica.
Las preocupaciones referidas a pobreza y cuestiones laborales son detectadas en 4 de cada 10 mensajes que manifiestan incertidumbre en mayo de 2025.